sábado, septiembre 15, 2007

Pasividad



La nieve yace en los tubos de cristal

Los meteoros no arrasan ni con las nubes

Y las estrellas salen volando si se las soplan


Se encuentra en un mundo enmohecido que permanece sin girar y su inmovilidad no trae ruidos.


La lluvia traspasa al aire, las gotas caen desorientadas, mareadas, no saben mojar.


El frio es tan débil que no puede enfriar ni al más anciano árbol de los bosques secos.


Y el calor es tan diferente. Genera nauseas.


Viento quieto. Allí permanece. Solo es viento que no sopla, que no espera a correr.


Y ella tan sola con su pollera y sus zapatitos, parada en la calle de hojas que no tienen fuerza para terminar de morir. No hay nadie y tiene el pecho dolorido.


No hay nadie. No hay nadie.


Todo ese planeta resultaba ser todo un escenario.


Delante, los reflectores la alumbran. Delante, el auditorio vacio. Negro. Viejo.

Pero ella no era así.


Ella no sabía. Ella estaba aburrida. Ella extrañaba. Ella estaba cansada de no cansarse. Ella quería querer.


Le dolían los ojos por no ver.

Las rodillas por no caminar.


Lloró.


Liebe-pidió entre lágrimas.


Siguió sollozando.


Una hoja seca dobló su ramita.


Ella la vio.


Liebe…- repitió extrañada.


Y vio como sobre un nido seco en un árbol sin hojas, un pajarito abrió un ojo.


Ella tembló.


Liebe- dijo asustada pero ahora con más firmeza.

Y por primera vez hubo eco en el mundo achicharrado.


¡LIEBE! ¡Liebe, liebe, liebe!


¡Liebe!




Si... ahora el pueblo se ponía bello, ahora adornado por blancas guirnaldas cayentes.


¡JA JA! ¡JA JA!


Los arboles menean hojas verdes. El viento levanta la tierra.


Una mariposa mueve las alas y levanta vuelo. La nena, entusiasmada corre tras ella.


Las olas de nubes se rebalsan de nuevo sobre el cielo azul y nadan.


Una gotita de agua cae sobre el pajarito, que sale volando y arroja accidentalmente su nido al suelo.


Ardillas corretonas salen de sus escondites.


¡JA JA! ¡JA JA!


La niña ahora se acuesta sobre un jardín de pasto blando verde y húmedo a acariciar una flor que recuperaba sus colores


¡Bravo! ¡Bravo!


La nena alumbra el auditorio y todos ríen alegremente con ella.


¡Gracias por los aplausos, adorado publico!



Nunca había estado sola.

No hay comentarios: