sábado, septiembre 15, 2007

Asma

Y la realidad se volvió una visión enferma de un loco abusador de sentimientos, esclavizado de si mismo y dependiente de los demás.
Desgarró pieles, la suya y las de otros, corrió buscando una salida hacia lo desconocido, hacia lo que había esperado durante toda su vida, derramó almas en busca de una salida hacia lo que temía que no existiera.
Gritó de dolor al darse cuenta de que no podía encontrar aire puro que llene sus pulmones, lloró con todo su corazón por ese dolor que le oprimía el pecho… se sintió solo y vacío.
Abrió los ojos y se encontró encerrado en lo más profundo de su propia cueva, húmeda y ahogante, vacía y sin nadie. Nadie más que él solo entre sus propias paredes con dibujos de lo que imaginaba que habría afuera. Se maldijo y dijo que sus dibujos no eran nada, no valían la pena y se acurrucó en un rincón oscuro para llorar y para pensar que no valía la pena vivir sin saber cómo, ni por qué… Quería que las voces amortiguadas que escuchaba desde adentro fueran reales y no un sonido engañoso que simulaba ser un canto dulce y melódico que lo invitaba afuera para bailar en un jardín verde con oxigeno verdadero.
Soñaba con alguna vez quitar todas las piedras de la entrada de su cueva, las piedras tan pesadas, tan oscuras que no le dejaban ver la luz.

Cuento para el cole

Todo empezó tan rápido…
Nos presentaron a los dos en una fiesta formal de trabajo y nos ubicaron en la misma mesa.
Tomamos asiento uno enfrente del otro y luego de saludarnos con la mano y con un beso en la mejilla, nos quedamos, automáticamente mudos, mirándonos fijo.
No me hace falta relatar la situación, el entorno, ni la hora, ni la gente.
De hecho no hubo nada de aquello.
Habías colocado en un segundo toda mi atención en vos haciendo que el mundo se desvanezca a los costados.
¡Dios! Tenías ese algo… ese TANTO.
Me sonreías apenas haciéndome temblar de pies a cabeza.
Nuestros ojos se rozaron en un instante y el salón explotó en colores,
lloviznaron cristales,
estallaron arco iris en el cielo,
volaron luces, sonaron cantos triunfantes, cantaron los pájaros en mi corazón.
Ahora nos mirábamos a los ojos.
Y como un sueño atractivo, tus ojos me incitaron a desgastarme en vos, derretirme en tu cuerpo y renacer sobre él como la primera luz.
Tu aliento, y tu rostro inalcanzables todavía, pero ahora como una nueva meta. Recorrernos el uno al otro, conocernos, sentirnos, saborearnos, entendernos.
No sabría cómo, pero estuve seguro de que vos también fantaseabas dulcemente con que algún día explotáramos radiantes, juntos en la inmensidad del mundo, del bosque, de las ciudades, brillando, brillando como jamás nadie hubo brillado.
Brillando tanto como tus ojos en mi oscuridad aquella noche.

En el medio de mi viaje al paraíso en elefantes rosas, una tormenta de aplausos me despertó y me trajo devuelta al mundo,
la mesa redonda, el salón, el discurso de agradecimiento que iba a leer el presidente de la empresa.
Me sentí estúpido al haber creído real aquel delirio del “enamoramiento a primera vista”.
Intenté seguir las primeras líneas del discurso pero volví a sumergirme en mi estupidez enamoradiza: volví a mirarte.
Ahora mi corazón danzaba al compás de los colores tibios de tus ojos que me atrapaban.
Me dejaban atontado y meneante en un mundo de puertas abiertas y caminos desconocidos pero tan deseados, tan tentadores.

Y otra vez
la melodía que penetraba en mi corazón,
la que cantabas vos,
la que bailaba yo.
Solo.

Terminó la fiesta… y entre el bullicio y el público que se amontonaba en la salida intenté seguirte hasta la vereda, bajo la fría noche bonaerense. Lo que vi a continuación me permitió (obligó) dejarte ir para siempre, a vos y a mi ridícula obsesión pasajera.
Estúpido, aunque voluntario, final. Te vi saludando a tu novio con ese beso que yo tanto deseaba, caminando juntos de la mano, olvidándome, como me lo confirmo tu espalda imponiéndose a mis ojos.
Al fin y al cabo ¿quien eras? Alguien desconocido. Con tu vida. Tu trabajo, tu pareja. ¿Quien sabe? tus hijos.
Me di vuelta… Respiré profundamente, como despertando de un sueño.
Paré un taxi.
Volví a casa.

Dos Blancos

Dos blancos allá y una flecha en mi mano.
Pienso. ¿Que hago? Un fuerte viento, niebla y una distancia kilométrica me separan de ambas opciones. Pienso y decido.
Me posiciono para tirar. Levanto el arco, estiro la flecha y el arco cruje. Entrecierro los ojos. Apunto… (Silencio por favor)
Y suelto.
Allí va!La flecha sale volando muy rápido hacia su destino, corta el aire, atraviesa el espacio con facilidad.
Vuela, vuelva, sigue volando.Y ya no tiene mas fuerza para seguir subiendo. Se aprecia la redondez del mundo allí arriba!
Se mantiene suspendida en el cielo y comienza a caer. Que el viento la lleve para donde quiera. Me voy pensando que de todas formas ninguno de los dos blancos me convencía.

Frenponteristias.


Un día le dije a un amigo... Exapublè cornelativamente a lo largo del ornimato un praconterìo.
Como estoy trintupando una desontorosa por si las conitafas se van ambilicando, chistapafiotè a pronterar por mi constrictencia induclencionando las partencias.
Porque hasta yo tronscripto (si por mendilacion crustifituje) una jartelata que ya vincutece.

O acaso no están de acuerdo conmigo??
Por favor! Es más que obvio! Dah!

Chauu

Nico

Lapsus de Ausencia (escape)

Sí! Lo logré. Pude desconectarme. Una explosión ayudo a alejarme de la zona de guerra. Por fin puedo ver todo desde afuera, desde lo más alto. Están todos muy alterados allí abajo, trayendo y llevando información. Mienten. Se persiguen. Paranoia, planes de ataque, todos enemigos de todos. Todos traidores, todos falsos aliados.
Pero al fin estoy afuera, me alegro mucho de eso. Logré no preocuparme, logré hacerme ajeno. Ya no soy parte de eso, pero aún sigo aquí físicamente.
Me encantaría estar en otra aldea, pero sé que son todas iguales, todas están en guerra. Los planes serán otros, las bombas serán distintas, pero es guerra al fin. Paranoia, ataques, mentiras, grupos débiles y grupos fuertes pero todos perdedores. Todos.
Tengo que aprovechar este lapsus, pues sé que no es eterno, sé que despertaré pronto para dejarme influenciar nuevamente por el ambiente que me rodea y mi ánimo se adaptará a los hechos. Tengo que hacer este momento eterno. Es casi mágico. Todo tipo de fuego para a través de mí y nada me hace daño. Lluvia, tierra, disparos. Qué me importa, si nada me toca. Me siento bien, tranquilo, y así soy feliz. Tengo que lograr que perdure, o por lo menos dejar el camino marcado para volver cuando lo necesite, cuando no pueda escapar de las bombas.
Por eso… lo escribo aquí. Este es mi camino. Este es mi regreso. Este es mi escape.

17/7/07

Ser

Tengo ganas de escribir.-
No tengo nada que decir, y a la vez lo tengo todo.
Quiero llenar un libro de algún viento tibio con perfume. Plantar un árbol, tener un hijo. Más: Tengo ganas de irme de acá. Tengo ganas de abandonar las cuatro paredes que pesan sobre mí, presionan sobre mi libertad y hacen eco de mis pensamientos. Limitan mi res… pi… ra... ción.
Quiero recorrer paisajes, pueblos, ciudades.
Quiero conocer a cada persona del mundo a fondo. Quiero ser virgen de cualquier pensamiento y llenarme de sentimientos.
Llevarme todo de todos, amoldarme a cualquier cultura y seguir siendo yo. Llenarme y vaciarme a mi gusto. Renovarme... Encontrarme en cada mirada ajena.
Identificarme e identificar. Exteriorizar e incorporar. Dar y recibir. Inhalar y exhalar. (¿Respirar?).
Quiero volar en lo más alto, nadar en lo más profundo de todo lo interno y todo lo externo. EXPANDIRME. Convertirme en HUMO, AGUA, roca. Sólido, liquido, gaseoso. -------Permanente.------- Ilimitado. Enorme pequeño.

Ser invisible y brillar.
Amo la luz y la oscuridad.
Amaria vivir, Morir y Renacer.


Ser.

Pasividad



La nieve yace en los tubos de cristal

Los meteoros no arrasan ni con las nubes

Y las estrellas salen volando si se las soplan


Se encuentra en un mundo enmohecido que permanece sin girar y su inmovilidad no trae ruidos.


La lluvia traspasa al aire, las gotas caen desorientadas, mareadas, no saben mojar.


El frio es tan débil que no puede enfriar ni al más anciano árbol de los bosques secos.


Y el calor es tan diferente. Genera nauseas.


Viento quieto. Allí permanece. Solo es viento que no sopla, que no espera a correr.


Y ella tan sola con su pollera y sus zapatitos, parada en la calle de hojas que no tienen fuerza para terminar de morir. No hay nadie y tiene el pecho dolorido.


No hay nadie. No hay nadie.


Todo ese planeta resultaba ser todo un escenario.


Delante, los reflectores la alumbran. Delante, el auditorio vacio. Negro. Viejo.

Pero ella no era así.


Ella no sabía. Ella estaba aburrida. Ella extrañaba. Ella estaba cansada de no cansarse. Ella quería querer.


Le dolían los ojos por no ver.

Las rodillas por no caminar.


Lloró.


Liebe-pidió entre lágrimas.


Siguió sollozando.


Una hoja seca dobló su ramita.


Ella la vio.


Liebe…- repitió extrañada.


Y vio como sobre un nido seco en un árbol sin hojas, un pajarito abrió un ojo.


Ella tembló.


Liebe- dijo asustada pero ahora con más firmeza.

Y por primera vez hubo eco en el mundo achicharrado.


¡LIEBE! ¡Liebe, liebe, liebe!


¡Liebe!




Si... ahora el pueblo se ponía bello, ahora adornado por blancas guirnaldas cayentes.


¡JA JA! ¡JA JA!


Los arboles menean hojas verdes. El viento levanta la tierra.


Una mariposa mueve las alas y levanta vuelo. La nena, entusiasmada corre tras ella.


Las olas de nubes se rebalsan de nuevo sobre el cielo azul y nadan.


Una gotita de agua cae sobre el pajarito, que sale volando y arroja accidentalmente su nido al suelo.


Ardillas corretonas salen de sus escondites.


¡JA JA! ¡JA JA!


La niña ahora se acuesta sobre un jardín de pasto blando verde y húmedo a acariciar una flor que recuperaba sus colores


¡Bravo! ¡Bravo!


La nena alumbra el auditorio y todos ríen alegremente con ella.


¡Gracias por los aplausos, adorado publico!



Nunca había estado sola.